al feto bruto y pecador
una usina rugiendo en mil metrallas
va rozando mi verde aparador.
En la finca y en la academia,
es el olivo y el garzón
es lo aliviado y la zoofistica
la raja vieja y el colchón.
Aquellos que paso a paso
por todo sendero de traición
remiten la lúgubre antinomia:
colaboran con mi abolición.
Y Babel entonces lapidaba
mi sollozo mas triunfal,
los rostros derretidos
por el zonda y el napalm
y mi mística atrofiada
por la esdrújula desidia
de esbozar todo intento
(de amar y permanecer)
con la sangre de un niño.
A las flores del diapasón,
las acecha un nuevo día
pronto saben del dolor
poco y nada de la vida.
Van,
entre la sangre y el barniz
escupiendo tristes melodías
tragos amargos del poeta:
ese perro acribillado
el cáncer y la gangrena
de su nena por nacer.
Por si esto fuera poco
la profiláctica matanza
la lactancia de bebes
y el otoño
todo enfermo
y devenido,
en un fuerte
abrazo.
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