domingo, 29 de agosto de 2010

Los Martes.



Enfermo asistía,
todos los martes,
a la repartija de vidas:
pilas,
de vidas
eran repatriadas.

La mas triste muchacha de la fila
me dice al oído
“la mía es la mas linda”
que ingenua (pensé)
ella ha de tener
Cáncer o Sida
porque era fea y triste,
demasiado.

Cundo llegó mi turno
las vidas de ese martes,
desgraciadamente,
se habían acabado.

Lastimosamente me dije:
de la soberbia al cinismo
hay un solo paso,
hay que darlo.